La Ley de la Administración Local y la liquidación de la cohesión y patrimonio rural
por Valentín Cabero. Catedrático Geografía. Universidad de Salamanca, publicados en eldiario.es 26/08/2013
Nuestros campesinos y los pueblos son la garantía de nuestra soberanía alimentaria y de la conservación de los paisajes agrarios y culturales más amables, a no ser que este gobierno lo convierta todo en fincas de monocultivos subvencionados por la PAC.
El dictamen del Consejo de Estado pone el acento en el intervencionismo centralista y vertical frente a la autonomía municipal, rozando los principios constitucionales.
La FEMP y sus altos representantes no han defendido como se merecen a los pequeños municipios y a las entidades locales menores, particularmente desde los principios de cohesión social y territorial.
por Valentín Cabero. Catedrático Geografía. Universidad de Salamanca, publicados en eldiario.es 26/08/2013
Nuestros campesinos y los pueblos son la garantía de nuestra soberanía alimentaria y de la conservación de los paisajes agrarios y culturales más amables, a no ser que este gobierno lo convierta todo en fincas de monocultivos subvencionados por la PAC.
El dictamen del Consejo de Estado pone el acento en el intervencionismo centralista y vertical frente a la autonomía municipal, rozando los principios constitucionales.
La FEMP y sus altos representantes no han defendido como se merecen a los pequeños municipios y a las entidades locales menores, particularmente desde los principios de cohesión social y territorial.
Agosto comenzó con una tragicomedia llamada Bárcenas en el Parlamento de la Nación, prestando el Senado sus bancos y sillones
para la representación. Entre mentiras, provocaciones, desplantes y
desaires, el presidente del Gobierno nos dejó con cara de tontos y se ha
ido a descansar a una sencilla casa rural gallega. No está mal el contraste con los fantasmas de la Moncloa
y con las moles y mausoleos urbanos que han destruido nuestras ciudades
y paisajes urbanos. Será al menos motivo de reflexión, pues el medio
rural se convierte, así, en un bien reparador para el alma sensible y
herida por el desgaste político y por la “defensa” de la patria
saqueada por sus amigos y correligionarios. Otro mensaje populista que
los verdaderos protagonistas de la vida en el medio rural no estarán
dispuestos a tragar, sin sentir náuseas y síntomas de vómitos.
Nuestros campesinos son gentes nobles y resistentes, pero también muy
suyas y delicadas. Ellos que han practicado la austeridad y la
solidaridad desde hace siglos, no caerán engañosamente en la estulticia y
el servilismo, ¡acogiendo ahora a los estresados por la política, por
el despilfarro y por las artimañas financieras!, como si nada hubiese
ocurrido en las cloacas de Génova o de Bankia.
En
verdad, el curso político había cerrado su ciclo de ajustes y
“austeridad” de manera más taimada y silenciosa, con el envío a las
Cortes Generales de una Ley que afecta de lleno al mundo rural. Y
debemos decirlo sin ambages, nuestros campesinos y los pueblos donde
viven siguen siendo la garantía de nuestra soberanía alimentaria y de la
conservación de nuestros paisajes agrarios y culturales más amables, a
no ser que definitivamente este gobierno lo convierta todo en grandes
fincas de monocultivos bien subvencionados por la PAC,
en “pazos” de malhechores indultados, en refugios de especuladores
amnistiados, o de inversores oportunistas procedentes de la banca y de
las grandes corporaciones industriales o mercantiles.
Después de haber liquidado las costas y los entornos naturales de
nuestras ciudades, han puesto ahora sus ojos e intereses en esos pueblos
y campos olvidados, allá en la España
profunda, donde se conservan en manos de pequeños municipios y
entidades menores o juntas vecinales los verdaderos recursos
estratégicos de cara al futuro.
No puede ser, gozan de competencias impropias, se endeudan y desestabilizan el presupuesto del Estado,
dicen con falaz desfachatez desde el poder madrileño y vallisoletano.
Las élites extractivas y privilegiadas están encantadas por las nuevas
oportunidades; ¡vamos a por ellos!, piensan agazapados tras las
comisiones entregadas durante años a los líderes populares.
Hablamos de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local que ha sido seriamente criticada en el Dictamen del Consejo de Estado y calificada como la Ley del Expolio Rural por los grupos más implicados en la defensa de los campesinos, agricultores y ganaderos o de nuestros artesanos.
No les faltan razones y argumentos a unos y a otros. El dictamen del
Consejo de Estado pone el acento en el intervencionismo centralista y
vertical frente a la autonomía municipal, rozando los principios
constitucionales, y los grupos de campesinos y los pequeños
municipios se lamentan de la pérdida de soberanía y de los servicios
de proximidad en favor de su privatización y el control de las
diputaciones. La FEMP y
sus altos representantes no han defendido como se merecen a los
pequeños municipios y a las entidades locales menores, particularmente
desde los principios de cohesión social y territorial. Los peligros y
amenazas centralizadoras ahí siguen y la trama rural más próxima a los
habitantes lamentablemente a punto de desaparecer y de ser engullida por
las “más eficientes economías de escala”.
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